Desde pequeña me fui preparando para este trabajo. ¡Ojo! Que yo entré de rebote, como casi todos, creo que ninguno soñamos con ser captador/a… no creo que sea algo vocacional. Sin embargo, con el tiempo, he visto que sí ha habido algunos rasgos que me han marcado para encajar y hacer de este trabajo mi modo de vida.

La solidaridad siempre ha estado presente en mi vida. Tuve una educación religiosa en la que la ayuda al prójimo era una actividad habitual. Mi madre solía invitar a los mendigos a comer a casa, inculcándome un respeto por todo ser humano y defender su dignidad que siempre le agradeceré. También recogidas de fondos en el DOMUN, recogida de alimentos y/o ropa para la parroquia…25 años después lo recuerdo con cariño.

 

Siempre he sido bastante empática, con frecuencia lloro ante las injusticias que veo. A pesar de mi timidez y corta edad comprendí que la causa era más importante, valía la pena ser captador y contribuir de otra forma más activa. Imaginar que era yo quien necesitaba esa ayuda me hacía creer en ella y vencer cualquier obstáculo. Eran experiencias positivas y divertidas que me enriquecían como persona y que, posiblemente, son las que han hecho que aguantase este trabajo, y lo disfrutase. Para mí la clave es sencilla: quedarse con lo positivo y no con el rechazo.

A medida que crecí fui sacando mi carácter, ese carácter peleón ante las injusticias. Hubo dos cursos seguidos que estuve más tiempo en el pasillo que en clase. O me echaban por hablar, o echaban a alguien que conocía y, si me parecía injusto, le defendía y me acababan echando también a mí. “El abogado del diablo”, que se dice mal. Yo prefiero decir “La voz de los no escuchados”.
Todos conocemos situaciones trágicas: personas viviendo la calle que no tienen familia o peor, que su familia les ha dado la espalda, personas enfermas que no tienen dinero para costearse un tratamiento, familias que no tienen qué comer, padres que luchan para que sus hijos enfermos puedan vivir… Por desgracia son situaciones que podemos ver todos los días, todos sabemos que están ahí ¿pero las escuchamos?

Estudié Publicidad y RRPP, y tras varios años trabajando en ese mundo decidí dar un cambio a mi vida: no sabía qué quería hacer, pero sabía que a eso, no me quería dedicar. Me mudé a Madrid y mientras buscaba “algo” sin saber muy bien el qué, me apunté a una oferta de empleo de Media Jornada para Recaudar fondos para la Cruz Roja.

Jamás imaginé que 5 años después seguiría trabajando aquí. 5 años en los que he llorado (y mucho) trabajando: de tristeza, de rabia y también, la mejor: de felicidad. 5 años en los que he visto más allá de mi mundo habitual. 5 años escuchando de primera mano historias reales de familias a las que el mundo se les viene encima cuando reciben un terrible diagnóstico. 5 años trabajando por ellos. 5 años en los que he aprendido que hay cosas que no se pagan con ningún sueldo: el abrazo de una madre y una palabra “Gracias”.
Por estas familias que he conocido gracias a este trabajo, y por todas las que quedan, seguiré luchando mientras pueda. ¿Por qué? porque si fuese yo quien estuviese en esa situación, me gustaría que hubiese alguien tan cabezota como yo que dijese “Yo voy a ayudarte”.